Miedo al parto

jueves, 25 de septiembre de 2014

Se ha dibujado la rayita ¡vas a ser mamá! pero otro pensamiento ensombrece tu alegría, primero tendrás que parir a tu hijo/a. Los meses van pasando y ese bebé que crece dentro de ti verá la luz a través de tu cuerpo, cada vez va quedando menos...tienes ganas de besar su carita y acariciar sus manos, pero esa tripita cada vez más grande te recuerda lo que tendrá que llegar primero, si por ti fuera alargarías la espera más de lo necesario, ¿estaré a la altura cuando llegue el momento? ¿voy a ser capaz? ¿moriré de dolor? ¿cómo me quedaré después?


A mí siempre me ha dado mucho miedo el parto, pero diría que mucho más antes de quedarme embarazada. Supongo que el hecho de tomar la decisión de ser madre trae consigo asumir lo irremediable y es que el nene salir, tiene que salir, ya no habiendo marcha atrás terminas por hacer frente a tus temores disfrutando de todo lo bueno que implica esperar un bebé. En general cualquier consulta médica me pone de los nervios, así que os podéis imaginar la ansiedad que he sudado en la sala de espera del ginecólogo, conforme avanzaba el embarazo más miedo me daban las consultas, "en algún momento comenzará la parte menos amable" pensaba; al final no fue para tanto, me libré de muchas maniobras (maniobra de Hamilton o la versión cefálica externa) que otras mamis comentaban en los foros y que me dejaban con muy mal cuerpo.



Poco se suele hablar del momento del parto, o por lo menos lo que yo leía era siempre lo mismo, también es cierto que procuré evitar determinadas lecturas y relatos de partos más complicados y escabrosos. Cuando salía a pasear mi barriguita solía fijarme mucho en las mamás con carrito de bebé, aquellas afortunadas que ya habían cruzado esa barrera imaginaria con la que tendría que enfrentarme en la semana 40 aproximadamente; miraba sus caras, felices, algunas cansadas, pero en ninguna atisbaba rastro alguno de estado de shock, por muy duro que hubiera sido el parto no parecía haberlas traumatizado. Si ellas habían sido capaces, yo también.

En este sentido tengo que decir que me ayudó bastante la matrona a la que tuvistes la oportunidad de conocer en este post. Ver el lado cotidiano de un acto que veía tan sobrenatural en mi persona, hizo que mi mente se preparara para el "día P" sin el miedo que meses antes había tenido, de hecho muchas de las experiencias que viví en el parto no sucedieron para nada como las había imaginado. Todavía me asombra la capacidad que tenemos para sorprendernos a nosotras mismas, en esto la maternidad tiene mucho que ver,  porque si algo he aprendido es que consigue ponerte a prueba constantemente, enseñándote tus verdaderos límites y la fortaleza que puedes llegar a tener.

LOS DÍAS PREVIOS AL PARTO 

Llegaron los días del descuento, ya estaba fuera de cuentas, a estas alturas me imaginaba obsesionada con el parto, teniendo pesadillas, nerviosa perdida. La realidad es que estaba asombrosamente relajada, es más,  incluso con ganas de que llegara el día, porque los nueves meses de embarazo que llevas detrás van pesando mucho y porque tienes unas ganas enormes de tocar y besar a tu hijo, eso lo puede todo. El ginecólogo me aconsejó andar para provocar el parto así que nada más salir de su consulta nos fuimos directos a Ikea para hacernos enterito el recorrido, siguiendo las flechas del suelo (eso es andar y lo demás tonterías). "Síndrome del nido" o quizá "pura abstracción" necesaria para no pensar, pero dos días antes de dar a luz mi mayor dilema (y se me iba la vida en ello) era elegir entre comprar unas fundas de color dorado metalizado o de "Toile Jouy" para los cojines de la habitación de invitados. Si, embarazadísima me dejé arrastrar por la vorágine de las rebajas de enero en Zara Home. Por cierto, elegí el dorado ;)





EL DÍA DEL PARTO

Seguía con el "síndrome del nido" o la "pura abstracción" de la realidad y esa mañana, aunque había dormido algo revuelta, me fui a otra tienda de decoración, el dilema del día ( o la obsesión, o el pretexto, qué se yo...) era una pareja de cuadros para la habitación de invitados...Quería ilustraciones de pájaros, porque me había quedado con las ganas del "Toile Jouy" de los cojines ;)

En esa tienda me puse de parto. Directamente comencé con un dolorcillo punzante bastante molesto que interrumpía mis vacilaciones en cuestiones ornamentales. Aún aguanté, hasta que comprobé que el dolorcillo en cuestión sucedía cada 5 minutos y que cada vez tenía más pinta de contracciones. Años atrás, asistí por casualidad a una conversación de una amiga con otra amiga suya, ésta le contaba que se había puesto de parto en El Corte Inglés, que no se había dado ni cuenta y que había seguido comprando un rato más. A mí me pareció, o que era una exagerada o desde luego una auténtica bruta. Que queréis que os diga, ese día me acordé de ella y yo, ni exagero, ni creo que los que me conozcan me definan precisamente como bruta. 

Obviamente no llegué a comprar los cuadros, pero esa noche con mi niño en brazos pensaba cómo se puede estar a las 12 de la mañana eligiendo el color de unas láminas y por la noche haber dado a luz a un ser humano. Parece increíble que algo tan trascendental suceda así, de repente, sin ser precedido de toques de trompetas ni redobles de campanas.

EL DOLOR EN EL PARTO

"Un dolor que te parte por la mitad", de todas las descripciones de dolor de parto, yo me quedé con ésta, tenía muy claro que quería epidural. Durante los últimos meses de embarazo intenté imaginarme el dolor más horrible que hubiera experimentado. Por aquel entonces comenzaron los calambres nocturnos, para mí ese ya es un dolor bastante insoportable, así que me lo imaginé multiplicándolo por tres. Tuve suerte, llegué al hospital dilatada de 4 cm, a la hora me pusieron la epidural. Recuerdo que pensé "qué horror tiene que ser parir sin epidural", (así se lo hice saber a mi abuela que parió cuatro) pero no recuerdo ninguna contracción peor que una subida de gemelo en mitad de la noche. Serían las endorfinas que realmente hacen muy bien su trabajo, endorfinas ¡benditas endorfinas!

EL PARTO

Tu cuerpo y tu mente llevan 9 meses preparándose para este momento. Asumes que ahora está por llegar lo más horrible. Cuando entró el anestesista a ponerme la epidural, me encomendé y recé todo lo rezable estática, sin respirar. Después las contracciones desaparecieron y tocó esperar. Cada vez que me visitaba la matrona, hacía algo (romper la bolsa, comprobar cómo iba dilatando, la posición de la cabeza) no me daba ni cuenta, las endorfinas, la oxitocina, la epidural, me anestesiaron además de cintura para abajo, la forma de percibir lo que sucedía mi alrededor. Esa tarde relativizaba todo. Que si "la cabeza no termina de colocarse", que si "hay meconio"..."tranquila", me decía la matrona....y yo happy oyendo los llantos de los recién nacidos en los paritorios. Un momento especial, cuando trajeron junto a mi cama una cunita vacía, yo sólo pensaba, cada vez estamos más cerca.


EL EXPULSIVO

Mi mayor preocupación era empujar bien. Sí, en ese momento sólo piensas en empujar y así es como traes una vida al mundo. Llegó mi momento, el debut, tenía que dar el "do de pecho" como madre. Como soy tan miedica, mi dosis de epidural hacía que no notara las contracciones (la sensación de su cabeza encajándose en mi pelvis no me gustó y solicité un poquito más de anestesia) esto no terminó de gustar al ginecólogo, ahí la matrona me echó un capote, le dijo "empuja bien" y yo me quedé con eso, "empujo bien", así que a darlo todo.

Entramos en el paritorio y me sentaron en un potro desde el cuál no veía más allá de mis rodillas. Lo que más me impresionó fue la enorme luz de quirófano frente a mi cara, minutos tensos hasta que a la voz de "ya" empecé a empujar. Dos empujones y dejaron entrar a mi marido, otros dos empujones y la matrona me dijo "al siguiente empujón sale" "¿Ya está?" ,empujé con todas las fuerzas y todas las ganas del mundo, otros dos empujones y tenía sobre mi vientre a un bebé frágil, desnudito y caliente con los ojos abiertos que no paraba de llorar.

La placenta, el cordón umbilical y la episotomía que me tuvieron que hacer porque el niño terminó naciendo con la cabeza mal colocada pasaron inadvertidos, fue el momento más bonito de toda mi vida.

EL POSTPARTO

En el postparto lo pasé regular, tan emocionada estaba que no caí en la cuenta de que pasada la anestesia el tema tenía que doler. Y dolió, pero los días fueron pasando y todo volvió a su ser. Lo peor, tener que hacerte cargo de una persona que demanda necesidades durante casi todo el día cuando tú no estás al 100% ni física ni psíquicamente.

Durante la semana siguiente hubo un día en el que nevó, me asomé a la ventana y vi las calles blancas, no me había dado ni cuenta, esos días apenas me asomaba a la ventana. Me encanta la nieve, pero apenas me inmute, cuando me volví a asomar ya había desparecido, poco o nada me importaba un exterior eclipsado por el mundo que acababa de nacer en mi casa.





En fin, así contado parece fácil, de hecho tuve un parto sencillo, "de libro" según la matrona, y por eso me he decidido a contarlo, porque es lo que me hubiera gustado leer antes de dar a luz y si así ayudo a alguna de vosotras a afrontar ese día con mayor serenidad pues estupendo, esta es la intención de este post. 


Aún así un parto hay que pasarlo, sudarlo, trabajarlo y sufrirlo. Pero por traer al mundo a tu hijo o a tu hija merece la pena ¿O no?


Valentina 


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2 comentarios:

  1. Por más preparada que crea estar una, un bebe se encarga de mostrarnos que la vida está llena de sorpresas y que desde el momento que nos convertimos en madres perdemos el control de muchísimas cosas y es irónico pues es lo que más buscamos por el bienestar de nuestros pequeños. Me he sentido muy identificada contigo cuando te refieres a la pérdida de la noción del tiempo... vaya que los días pasan volando y no parecieran tener principio ni fin. Una etapa muy dura y extenuante, pero que superada una añora.
    Muchas gracias por compartir tu experiencia en la Fiesta Bloguera de Colaboraciones, estoy segura que así como yo, muchas mamás se sentirán identificadas. Un abrazo!

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  2. Muchas gracias a ti por esta oportunidad
    Se mamá implica estar en una montaña rusa constante de emociones y sentimientos. Me añehro de que te haya gustado mi post. Un beso!

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