Dimensión mamá

domingo, 24 de noviembre de 2013


Siempre se ha dicho que ser mamá te cambia la vida, en mi caso, directamente me ha abierto las puertas a otra dimensión, yo la llamo "dimensión mamá" y estoy segura de que esa dimensión la comparto con muchas de las mamás y papás que me leéis. En concreto, me encuentro en la dimensión nobel, de las recién estrenadas mamás.

En esta otra realidad, mi yo ha pasado a un segundo plano, porque el mismo tiempo que antes disponía enterito para mí, es el que tengo para dedicarlo a atender las necesidades de otra personita. Un mismo tiempo, dividido para dos. Teniendo en cuenta, que los primeros meses un bebé depende para todo de sus papás, el comienzo en esta nueva dimensión se fue fraguando entre días que se confundían con noches, dentro de un bucle de demanda de necesidad-satisfacción de necesidad, que llegó a abstraerme del mundo a mi alrededor

Cada día es como una montaña rusa, empiezas con energía o sin (depende de la noche que hayas llevado) tu rutina, acabas una cosa, empiezas otra, no hay descanso y llegas al punto de salida, la cama, agotada. En la mayoría de las veces, no eres dueña de tus tiempos, descansas, te relajas, duermes, cuando él te deja. Pero lo darías todo por él, ahora creo saber lo que es la ternura y el amor más absoluto, así como el miedo a que un día le falte.

                                                                                                                                Fotografía Caroline Tran


Conforme he ido dominando la situación, he comenzado a reanudar parte de mi vida y a atreverme a hacer esas escapadas a Madrid, que tanto disfrutaba antes y que ahora me encanta hacerlas con mi bebé...estamos de lleno en la dimensión mamá. Y es que salir con un bebé tú sola es una aventura que comienza preparando todo el kit de supervivencia que tienes que organizar.

-Primer obstáculo, el transporte, o vas en coche, o el asunto se complica: en autobús tienes que plegar el carro (¿mientras dónde dejo al niño?) y subir al autobús con el carro en una mano y el niño en la otra. 
El tren de cercanías, a priori, la mejor solución, pero normalmente para subir al vagón necesito ayuda, porque son escalones muy altos. Aquí siempre hay quien te ayuda, pero el momento de la bajada a veces es peliagudo, tienes que hacerlo en muy poco tiempo y ahí es más complicado que te ayuden, salvo que haya alguien esperando para entrar.¡Y no hablemos del metro! hay que estudiarse cada estación concienzudamente para conocer el estado de su accesibilidad.

- Me he hecho experta en planificar mis salidas de acuerdo a los horarios que marca el niño, y en identificar todas las cafeterías que cuentan con la dotación imprescindible para una mamá que tiene que alimentar y/o cambiar a su bebé. Es decir:
  • Entrada principal sin escaleras y a ser posible con puerta corredera.
  • Servicios que:
    • No se tenga que bajar escaleras para acceder a ellos.
    • Tengan baños amplios donde quepa una persona y el carrito.
    • Tengan un cambiador, o repisa o algo similar.
  • Amplio salón que te permita:
    • Colocar el carrito sin molestar.
    • Dar el pecho con un poco de intimidad. Porque con todas las mesas pegaditas, por mucha práctica en el asunto que acabes teniendo, resulta complicado.
-De forma metódica sigo los mismos recorridos, como quien va al trabajo en coche todos los días por el mismo sitio y realiza mecánicamente los mismos movimientos. Me muevo por una acera u otra porque me he aprendido que en ese paso de peatones no hay rampa, que parte de una acera está levantada, que por aquí hay escaleras y al otro lado una cuesta, que esa calle está en obras... Detalles insignificantes al otro lado de esta dimensión. De hecho, en mis primeras salidas me podría comparar con los primeros trayectos recién obtenido el carnet de conducir, en los que sólo hacía los recorridos que previamente me había aprendido.

Total, que detrás de cada madre con su carrito de bebé hay mucho esfuerzo y no sólo por la infraestructura que ello a veces supone, sino por el duro trabajo de sacarlo adelante día a día...¡de terminar cada día! Pero ese momento te lo compensa todo, y es que no cambio por nada del mundo esos paseos que compartimos él y yo juntos.

                                                                                                              Fotografía Jeny Lewis


Valentina.



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