El gen de la malasuegra. Reivindicaciones del útero azul. Parte II

viernes, 27 de marzo de 2015




Hace algún tiempo escribí sobre mis reivindicaciones para las mamás de "útero azul". En este post quiero centrarme en un tema al que ya aludí en su día pero que merece especial atención: la suegra.

Me da mucha pena el "suegrismo", o lo que es lo mismo, el archiconocido estereotipo de la suegra, que aún hoy sigue marcando las pautas de la relación suegras-nuera en muchas familias, porque efectivamente,la palabra "suegra" suele referirse generalmente a la de la nuera. Sólo eres suegra si tienes hijos ( terminados en "o").




No es mi intención juzgar las actitudes de determinadas suegras, pero si me gustaría separar a la persona de la connotación negativa de su condición de suegra.
Pretendemos avanzar, y sin embargo, seguimos secundando estereotipos derivados de la misma sociedad que queremos cambiar. El origen de esta manifiesta animadversión entre suegra y nuera no es sino la diligencia en las tareas domésticas, cuando la mujer se quedaba en casa cuidando de sus hijos y su marido, sometida en muchos casos a la aprobación  de su familia política.


Si luchamos por la conciliación de la vida laboral y familiar, porque los hombres asuman su responsabilidad en las tareas del hogar y en la crianza de los hijos, ¿qué tenemos qué demostrar? ¿y ante quién? La figura de la suegra, tal cuál ha sido entendida por nuestra cultura,  es un sinsentido; no obstante, sigue siendo alimentada con refranes, dichos y sentencias que predisponen de forma negativa las relaciones futuras entre suegras y nueras, y que terminamos transmitiendo a nuestros hijos, futuros hombres y mujeres. Me entristece enormemente escuchar en  mujeres de mi edad lindezas como ésta: "Los hijos de la hija nietos son, los de los hijos lo son o no lo son". 

Ante este panorama, y en lo que a mi me atañe, ¿qué cabe esperar a las madres de hijos varones? si llega a darse el caso el mensaje está claro: vamos a ser abuelas de segunda, lo que predispone irremediablemente nuestra actitud frente a una persona que aún no conocemos pero que lleva el nombre de "nuera" ( y ya puestas, "posible roba hijos y nietos"). ¿Qué se espera del hombre? que abandone el nido, sea el cabeza de familia y se deje influenciar lo menos posible por su familia política, (esta última una de las mayores virtudes que valoran las mujeres). En cambio, no se cuestiona que la mujer se ocupe también de sus padres, de hecho lo esperable es que "cuando se casa una hija, se gane un hijo". ¿Igualdad? Lo más lamentable de todo es que estas actitudes tan retrógradas se camuflan sibilinamente en nuestro día a día. Sin ir más lejos, en el universo rosa de Peppa Pig los abuelos paternos no existen. No es casualidad, si prestáis atención identificaréis muchos ejemplos como éstos.  




En fin, no pretendo valorar determinadas actitudes de suegras y nueras; la empatía, el respeto, la educación, el cariño y la forma de gestionar las situaciones es responsabilidad de cada persona. En cambio, si invito a la reflexión a aquellas nueras a las que he tenido la oportunidad de leer en internet y que categóricamente afirman generalidades tales como: "Una madre y una hija caben en una botija, una suegra y una nuera no caben en una era" que, de verdad, aunque sea irónicamente, nos hacen un flaco favor, porque las que hoy somos nueras, probablemente llegaremos a suegras en el futuro, porque somos mujeres que tenemos que ir en la misma dirección y no perjudicarnos entre nosotras  y, lo más importante, porque somos madres, y tenemos la responsabilidad de educar a nuestros hijos con nuestro ejemplo.



Y si no lo veis como yo, lo mismo es que se me acaba de activar el "gen de la malasuegra", ese que se conecta en el mismo instante en que se corta el cordón umbilical y expulsas la placenta, convirtiéndote en la madre de un futuro hombre y en la peor pesadilla de su futura mujer. 

Eduquemos en la igualdad de verdad.


Valentina 












No hay comentarios:

Publicar un comentario